¿Qué me hizo encontrarme
aquella tarde,
en la ciudad más furiosa
de toda América del Sur?
Pensaba mientras tomaba
un café portátil
de una cadena de tiendas de cafés.
Si el tapado era negro
mi pañuelo aleopardado
y los labios de un color carmín
la escena era muy almodovariana
aunque me faltaba el matador,
pero no la carne trémula
y para nada el ataque de nervios
que me causa esa gran ciudad de locos
furiosa, siempre furiosa
tan enojada.
Debo decir que
aunque ver ahí
ese paisaje lluvioso
con gente apurada
sin importarle nada
ensimismada,
esos carteles luminosos,
brillantes,
que me hacían también brillar
sentí
que mis tacones
estaban bien lejanos
del sitio a donde
pertenezco yo.
viernes, 5 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
muy perra diria
Publicar un comentario